miércoles, 29 de octubre de 2008

¡A la mesa! ¡¡¡Vivan Costa Rica y el gallo pinto!

Hora de comer. Ofrecen carne de res en trocitos (nunca un bistec entero) con chille verde picado en juliana, mini pescaditos negros con sus cabecitas empapadas de salsa de soya, tofu, o mejor conocido como queso de soya, una planta verde claro parecida a lechuga pero hervida, huesos de pollo fritos con algunas hebras de carne, muslos de pato asados que se ven bronceaditos como con aceite de coco en la playa y arroz en bloque como lo llamo yo: arroz cocinado con tanta agua que cuando la persona trata de servirlo en mi plato, cae como una sola pelota de arroz compacta.

El comedor de mi edificio, para mí es, en pocas palabras, una tortura. Huele a jengibre, ajo y condimento chino que ya a estas alturas dejó de causarme nauseas muy seguido como en los primeros. El olor se esparce por los alrededores, y la solución es no respirar cuando pasamos cerca. Además, el jengibre a mi amiga y a mí nos produce una alergia extraña: estornudos y estornudos y luego se nos tienden a cerrar las vías respiratorias. Es bastante frustrante cuando nos falta el aire.

Cada región de China tiene su variedad de sabores en las comidas. Pues para arreglarla, en Guilin la comida es picante. Dicen los que saben que es para contrarrestar la humedad y el calor. Sinceramente creo que si de comer chile o jengibre dependiera mi vida acá, no podría regresar a Costa Rica. En los platos se ven los trocitos de un chile que creo que es del tipo campana o al menos primos, porque pica como la madre. ¡Y las semillas! ¡Ay, las semillas son lo peor de todo! Si en el bufet ves semillas y el paladar es tan sensible como el mío, mejor andá a la pulpería del chino y comprás un pan, que por cierto es súper barato. Algunos saben a cloro, pero con refresco se pasa la sensación.
A todo esto mi compañera de cuarto me pasó un tip: aprender a decir "no picante" en chino. Se dice "bu la", y así de sencillo he logrado comer decentemente una vez al día. Aunque aún no termino de acostumbrarme a que me aparezca como una cabeza de ajo cada vez.

¡Y comer con palillos chinos! Es entretenido, bueno a veces y duro una eternidad para acabar mi plato porque se me cae la comida de los palitos. Pero tiene beneficios:
Perspectiva empírica: Te sentís lleno aunque hayás comido poco, situación probada por esta servidora...
Perspectiva científica: Expertos, o quizá no expertos, pero de los que algo saben de salud, comentan que ayuda a adelgazar porque la digestión se realiza mientras aún estamos masticando.

En una reunión de esas que se mantienen a menudo por acá, en las que nos damos apoyo moral, determinamos que usar palos chinos para comer es una de las mejores maneras de ahorrar en comida y lograr el propósito de año nuevo de muchos: adelgazar. ¡Así que ahí les queda el tip!

Poco a poco te vas acostumbrando a comer todo frito o hervido, grasa por montones, arroz apelotado, huesos de pollo porque jamás te darán una pechuga, huevo negro que aún no me explico cómo les gusta si huele a basura de una semana, jengibre y las miles de cabezas de ajo.

De lo que me ha parecido más triste de la cocina china: no tienen queso fresco, fabricado con leche real, nunca hay natilla en la mesa, no conocen los plátanos maduros y no hay, en ningún supermercado, ni una ramita de culantro castilla... Triste, muy triste...

Palabras de una tica que extraña el pinto con huevo y natilla... y que por nada del mundo deja la botellita de Salsa Lizano en el cuarto a la hora de almorzar. ¡Así me sabe un poquito a Costa Rica!

¡¡¡VIVAN COSTA RICA Y EL GALLO PINTO!!!

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