jueves, 25 de diciembre de 2008

Navidad, navidad es un día de alegría y...

Clases?!?!?!?!?! Sí, clases...
0º C, un aula sin calefacción, 24 de diciembre... No es muy buena mezcla... Esa fue mi mañana de Navidad.
Ya sé, mi mamá me lo dijo mil veces, Navidad es una tradición (occidental por cierto), pero nunca pensé que tendría clases. Digamos que para las 9 de la mañana ya yo andaba como el Grinch que robó la navidad jaja: no soportaba escuchar villancicos, nada de regalos... ¡nada de Christmas por favor!
Ok, ok, lo acepto, tuve una recaída de home sick... Pero pasó cuando hablé con mi familia y amigos en Costa Rica. Gracias a Dios mi hora Grinch pasó rápido, nada que un par de lágrimas no cure.

Pero aparte de mis sentimientos de nostalgia y mamitis, ¿qué ocurre en China durante Navidad? Absolutamente nada. Es más importante la celebración de unos juegos deportivos que el nacimiento de Jesucristo (que es la razón por la que celebramos este día)... Eso sí, decoraron las calles con luces de colores, las tiendas por departamentos se llenaron de cipreses falsos y enormes Santa Claus, la gente se amontonaba alrededor de los puestos de chocolates baratos... y ese niñito chino que cautivó mi atención, por su parte estaba cautivo mirando el enorme estante de juguetes coloridos... Si yo prestara esa atención en mis clases de chino de seguro ya podría hablar fluido.

Entonces, Navidad es simplemente una fecha comercial, donde la gente gasta dinero que no tiene o que necesita para sobrevivir a la crisis financiera y la tan próxima cuesta de enero, y que al mismo tiempo no les importa impartir lecciones como si no fuera un día feriado... Para mí es pasar tiempo con gente que me importa, así que después de llamar a mi familia, mi amiga de Perú (valga decir que es mi única amiga acá) y yo nos escapamos de clases y fuimos al down town a desfrutar de los 0ºC que nos regaló la madre naturaleza este 24 de diciembre... Simplemente caminar entre la estampida de chinos que se ven a través de la avenida...

Felices fiestas para todos!!!

domingo, 9 de noviembre de 2008

El arte del regateo

Ok, es sencillo. Estamos en el lado del mundo de las fábricas, donde se supone que todo es más barato. Llegás al chinamito donde esa china curtida, de ojos diminutos y cabello lacio grita algunos hechizos que ni idea de lo que significan. Sólo querés comprar esa camisa, pero la doñita dice "yi bai kuai" (100 yuanes, equivalente a US$15). El precio te parece caro, entonces comienza el arte del regateo. Hacerlo no es fácil; está la barrera de este bendito idioma que parece una canción desentonada, y a veces enojona, y que si te ven extranjero asumen que cargás dinero.
Entonces, ¿cómo hacer para lograr un buen precio? He aquí algunas técnicas.

1. Nunca decir el precio primero. La clave es dejar que el/la negociante de el primer precio. Siempre van a decir una cifra elevada. En ese momento bajás el precio a la mitad por ejemplo, para que el/la vendedor@ te de un precio racional.
2. No parecer ansioso. Si el/vendedor@ percibe que de verdad querés el artículo, probablemente no baje mucho el precio porque sabe que de todas maneras lo vas a comprar.
3. Continuá firme con tu oferta. Hacé como que no querés comprar el artículo. Los movimientos corporales de negación como mover la cabeza, las manos o hacer el intento de irte presionará la situación para que bajen más el precio.
4. No sonreír. Hacerle creer al negociante que aunque no estás satisfech@ con el precio final, siempre te lo vas a llevar.

¡Y vuolá! Llevás algo barato, no puedo asegurar que de buena calidad porque es China, pero barato al fin.

¡Suerte!

sábado, 8 de noviembre de 2008

Mi primer incendio en China... nada agradable

"There's fire outside!" Gritos, chiquitas corrían en pijamas por los pasillos, con los pelos desordenados porque ya eran las 10:30 de la noche, todas estábamos listas para dormir, así que el glamour se quedó para otra ocasión cuando la seguridad personal no estuviese en riesgo. Mi amiga peruana con su laptop, pasaporte y el libro de chino corrió escaleras abajo hasta llegar al front desk enfundada en cómodas pijamas.
En el piso 6, dormitorio 626, asomaba unas llamas, que los encargados trataban de apagar aunque llegaron un poco tarde. Había humo por todos lados, y sentía que se me cerraban las vías respiratorias. Tomé las cosas importantes en un bolso, me cambié la ropa y salí preparada para correr si era el caso. Unos 15 minutos después ya el fuego estaba controlado y la puerta de esa habitación estaba chamuzcada por las llamas que la consumieron. El olor: como a aparatos eléctricos quemados.

Aparente causa de fuego: unas velas encendidas. Las nenas del cuarto no tenían dinero para pagar la electricidad y usaron velas. Mi pregunta es: ¿por qué tenemos que pagar electricidad si se supone que la beca incluye todos los gastos?
Resultados: un dormitorio quemado, el ambiente contaminado y un montón de gente desvelada.
Asuntos grotescos: algunos personajes indeseables tomaron fotos de la escena (¿qué persona desagradable toma fotos en un momento así?) y otros tranquilamente usando el elevador conociendo del peligro que eso significaba.
Reflexión: ¿qué pasaría si un incendio se diera en la madrugada? No tenemos un plan de emergencia, y si por la víspera se saca el día, de fijo nos quemamos porque el edificio no es tan seguro, sufriríamos ataques de pánico, no hay detectores de humo en buenas condiciones y los chinos son por naturaleza complicados, probablemente le tendrían que preguntar al decano si tenemos la autorización para despejar. Acá nadie está seguro con las órdenes y las funciones que tienen.

Mi propia reflexión: ¡Qué Dios nos proteja, y salimos corriendo!

Olor a Guilin

¿Qué es olor a Guilin? Descomposición de la palabra: Gui= árbol de la región; lin= bosque. Tomando en cuenta esto, mi ciudad se llama bosque de gui. Y no están equivocados.
Cuando llegué acá mi profe de Hanzi (escritura china) nos explicó en su escaso inglés, el significado de la palabra y dijo que olía a Guilin. Nadie entendió bien a qué se refería, simplemente creímos que era otra de esas cosas que chinos complicados dicen.

Inició noviembre, sinónimo de lluvia y frío en este rincón del universo. Y empezó a oler distinto. Todo cambió. Ya no se percibe la mezcla del olor a gente sudada sin desodorante que amortigüe, huevos cocinados en la calle y basura... Ahora huele a flores. Es un aroma fresco, con toques de manzanilla y tierra mojada... es el campo y ¡dan ganas de respirar! Las flores diminutas caen de los árboles y crean una alfombra amarilla en las calles. Estamos en Guilin.

sábado, 1 de noviembre de 2008

¿Quién lo diría? Fui modelo en China


El lugar de la presentación estaba repleto. Por un extremo de la cortina que hacía las veces de pared divisoria entre escenario y backstage, asomé mi cabeza para asustarme todavía más: ¡no había una sola silla vacía! Cinco minutos antes de salir al escenario olvidé los tres pasos de salsa que practiqué para mi performance y traté de respirar lento. Todo era inútil, estaba que me moría del susto. Durante todo el día no pude comer, pero mi estómago estaba anestesiado por la adrenalina, y el chicle sin sabor que tiré el segundo antes de poner el pie en la alfombra roja era suficiente por el momento. Esta noche somos estrellas, somos modelos en China.

La Universidad de Guangxi realiza todos los años un desfile de modas/performance todos los años con los estudiantes extranjeros. Es un certamen real al cual asiste toda la ciudad y estudiantes de la U. Es un gran acontecimiento en Guilin. El premio era de 500 yuanes (unos US$75). Todo estaba preparado para que ese jueves a las 7 de la noche arrancase el evento.
Era un escenario forrado de tela roja, una pasarela que rodeaba un gran árbol y las sillas de los espectadores a ambos lados.

Mi equipo eran mis amigos Claudia de Perú y Alex de Estados Unidos. El plan era muy latino: primero la pasarela y luego dos minutos de salsa de la verdadera: Hechicera de Óscar de León. La presentación era sencilla pero inteligente: las dos nenas salen con sus ropas poco agraciadas, el chavalo modela y las ignora. Ellas deciden hacer un "extreme makeover" y conquistarlo con el baile.

Olvidé traer de Costa Rica mi traje de tica linda, así que compré una sábana e hice mi disfraz con lo que encontré; no era muy costarricense que digamos, pero la gente quiso fotografiarse con nosotras. El outfit completo: la sabana como falda, un poncho como blusa, tacones altos y dos trenzas. Por dentro mi vestido de baile y mallas negras.

Nos asignaron el número cuatro. Dijeron en mandarín Perú, EEUU y Costa Rica y salimos al escenario. Las luces me cegaron por un segundo y los flashes de las cámaras se veían como pequeñas estrellitas parpadeantes en una multitud. Las cámaras de video me pusieron más nerviosa: ¡estábamos en la TV provincial! Al menos unos 10 millones de personas nos verían... Una corriente de emoción me recorrió el cuerpo, y la diva que llevo dentro apareció en escena.
La canción lenta marcaba nuestra pasarela. Primero Alex hacía modeló y la gente gritaba y tomaba fotos o videos. Mientras tanto yo trataba de posar y sonreír a las cámaras transformando el susto en auto confianza, o al menos disimular la tembladera que tenía.
Era nuestro turno. Como si fuera arte conocido bajé la gradita que separaba el escenario de la pasarela y dejé de sentir nervios. Desaparecieron y me sentía única, el centro de atención... Suena a cliché, pero ese momento era mío. No habían inseguridades. Gente que dos segundos antes no sabían de mi existencia gritaban. Sentía la fuerza en cada paso que di con esos tacones inestables, en esa pasarela que traqueaba insegura con cada movimiento.

Al llegar a frente a los jueces nos quitamos las sábanas, las trenzas y los ponchos. La música estalló, ¡el publico enloqueció! Tomaban fotografías, gritos, hurras y porras hacían el momento más intenso. El juez chino, de bigote delgado y cabello largo sonreía complacido y asentía con la cabeza. ¡Eso me emocionaba más! Miraba a la gente y en sus caras vi sonrisas, alegría... se notaba que les gustaba lo que estaba pasando. Yo simplemente sonreía de vuelta. Ese era mi momento, y lo estaba disfrutando con todo.
Al final no pudimos terminar la presentación por un fallo técnico dela música, culpa del encargado de sonido, pero las palmas no disminuyeron.

Cada aplauso, cada grito, cada flash, incluso el leve tropezón que sufrí y el fallo de la música lo atesoro porque fue parte de la emoción que tuvimos ese día. Aún cuando recuerdo ese día me asalta un poco de adrenalina. Aún no puedo creer que tuve el valor de modelar frente a millones de personas...

Y la pregunta es: ¿ganamos algo pese al fallo de la música? Orgullosamente obtuvimos el Premio al Interés del Público y 500 yuanes... Significa que, además del buen puntaje que obtuvimos de los jueces, estudiantes que formaban parte del jurado votaron por nosotros, fuimos sus favoritos...

Estos son mis 15 minutos de fama... Fui modelo en China, y además me pagaron por vivir uno de los mejores momentos de mi vida... Nada, ni siquiera fallos técnicos me quitaron esos segundos de "gloria", vanidad en fin, que viví en esa pasarela roja.

miércoles, 29 de octubre de 2008

En la calle... ¿Popcorn...?

¿Qué puedo decir? Acá todo es rudimentario. Todo lo hacen conforme a la medida de las posibilidades y los presupuestos.
He visto cosas interesantes acá, pero hace poco vi una de las cosas que me parecieron más curiosas en toda mi vida: la manera como hacen palomitas de maíz en la calle cerca de mi universidad.

El olor era asombroso. Maíz reventado con unos matices de azúcar. La fragancia era dulce y recordaba a casa, mi casa. La fábrica era una mesita de madera gruesa que medía menos de dos metros de longitud, seis o siete bolsitas apretadas, llenitas de popcorn caliente y una maquinita oxidada por tanto uso. La máquina era una especie de olla, tenía color de clavo de muelle, entre rojiza y cafezusca. En la tapa en lugar de agarradera tenía una palanca que el chino sudoroso le daba vueltas y vueltas con una energía que me hacía doler el brazo. Dos minutos después abrió la tapa y la fragancia dulce a inundó el ambiente cercano. Volteó la olla y las palomitas blancas caían una tras otra en una urna de vidrio con un bombillo de tal vez unos 50 watts que las mantenía calientes y frescas.

"¿Duo shao qian?"- preguntamos curiosos por el precio.
"Lian kuai"- contestó el agitado chino.

¿Dos yuanes? ¡Son menos de 200 colones! Y por comer popcorn que recuerde a casa...

¡A la mesa! ¡¡¡Vivan Costa Rica y el gallo pinto!

Hora de comer. Ofrecen carne de res en trocitos (nunca un bistec entero) con chille verde picado en juliana, mini pescaditos negros con sus cabecitas empapadas de salsa de soya, tofu, o mejor conocido como queso de soya, una planta verde claro parecida a lechuga pero hervida, huesos de pollo fritos con algunas hebras de carne, muslos de pato asados que se ven bronceaditos como con aceite de coco en la playa y arroz en bloque como lo llamo yo: arroz cocinado con tanta agua que cuando la persona trata de servirlo en mi plato, cae como una sola pelota de arroz compacta.

El comedor de mi edificio, para mí es, en pocas palabras, una tortura. Huele a jengibre, ajo y condimento chino que ya a estas alturas dejó de causarme nauseas muy seguido como en los primeros. El olor se esparce por los alrededores, y la solución es no respirar cuando pasamos cerca. Además, el jengibre a mi amiga y a mí nos produce una alergia extraña: estornudos y estornudos y luego se nos tienden a cerrar las vías respiratorias. Es bastante frustrante cuando nos falta el aire.

Cada región de China tiene su variedad de sabores en las comidas. Pues para arreglarla, en Guilin la comida es picante. Dicen los que saben que es para contrarrestar la humedad y el calor. Sinceramente creo que si de comer chile o jengibre dependiera mi vida acá, no podría regresar a Costa Rica. En los platos se ven los trocitos de un chile que creo que es del tipo campana o al menos primos, porque pica como la madre. ¡Y las semillas! ¡Ay, las semillas son lo peor de todo! Si en el bufet ves semillas y el paladar es tan sensible como el mío, mejor andá a la pulpería del chino y comprás un pan, que por cierto es súper barato. Algunos saben a cloro, pero con refresco se pasa la sensación.
A todo esto mi compañera de cuarto me pasó un tip: aprender a decir "no picante" en chino. Se dice "bu la", y así de sencillo he logrado comer decentemente una vez al día. Aunque aún no termino de acostumbrarme a que me aparezca como una cabeza de ajo cada vez.

¡Y comer con palillos chinos! Es entretenido, bueno a veces y duro una eternidad para acabar mi plato porque se me cae la comida de los palitos. Pero tiene beneficios:
Perspectiva empírica: Te sentís lleno aunque hayás comido poco, situación probada por esta servidora...
Perspectiva científica: Expertos, o quizá no expertos, pero de los que algo saben de salud, comentan que ayuda a adelgazar porque la digestión se realiza mientras aún estamos masticando.

En una reunión de esas que se mantienen a menudo por acá, en las que nos damos apoyo moral, determinamos que usar palos chinos para comer es una de las mejores maneras de ahorrar en comida y lograr el propósito de año nuevo de muchos: adelgazar. ¡Así que ahí les queda el tip!

Poco a poco te vas acostumbrando a comer todo frito o hervido, grasa por montones, arroz apelotado, huesos de pollo porque jamás te darán una pechuga, huevo negro que aún no me explico cómo les gusta si huele a basura de una semana, jengibre y las miles de cabezas de ajo.

De lo que me ha parecido más triste de la cocina china: no tienen queso fresco, fabricado con leche real, nunca hay natilla en la mesa, no conocen los plátanos maduros y no hay, en ningún supermercado, ni una ramita de culantro castilla... Triste, muy triste...

Palabras de una tica que extraña el pinto con huevo y natilla... y que por nada del mundo deja la botellita de Salsa Lizano en el cuarto a la hora de almorzar. ¡Así me sabe un poquito a Costa Rica!

¡¡¡VIVAN COSTA RICA Y EL GALLO PINTO!!!

Desaparecida...

¿Qué es lo peor que puede pasar? La comida no es lo mejor, los olores marean y mi cama no tiene colchón... pues que mi computadora adquiera, por mi culpa, el peor virus que conocí en mi vida, un troyano de esos que cuando se meten destruyen todo a su paso. Mi compu estuvo enfermilla, así que mi conexión con el mundo occidental se colapsó... todas mis crónicas estaban dentro de ella y desaparecí de mi blog... ¡Pero ya estoy de vuelta!
¡Les sigo contando cómo transcurren mis días en la milenaria China!

martes, 7 de octubre de 2008

Choque Cultural: ¿Necesitás un colchón?

Creánlo o no en mi cama no se conoce un colchón. Mi roommate no tiene colchón y en el piso 7 del edificio de estudiantes internacionales, o sea, mi piso, la mayoría desconocen y extrañan la existencia de uno de ellos en sus camas.
Tras una mini encuesta realizada por esta aspirante a periodista a personas nativas de Guangxi y una investigación por las tiendas de los alrededores, no digamos que exhaustiva pero sí hecha a conciencia, con dolor (sobre todo en mi espalda) descubrí dos cosas: Primero, que la gente no cree que sea totalmente necesario que la cama sea blandita; y segundo, que ¡¡¡NO VENDEN COLCHONES!!! Y estoy segura de que deben haber, pero no son lujo para todo el mundo. No todos tienen la posibilidad de adquirir uno...
Y nosotros, los extranjeros, los que necesitábamos tronarnos la espalda en la mañana por que nos hundíamos en el colchón, recibimos nuestra primer dosis de realidad al estilo chino, a la fuerza. Nos habituamos a vivir y compramos un tipo espuma, blanca y voluminosa, vendida en las calles a ocho yuanes (un poco más de un US dólar) por kilo.
Estos choques culturales te enseñan a ver como es la realidad de otros fuera de tu burbuja... Estoy en China.
¿Y mi espalda? Creo que es la única que no se habitúa al cambio tan rápido como yo quisiera...

Sobre las nubes

Fueron dos extenuantes días en los cuales dormir once horas y media no bastó y el cansancio se acumulaba conforme morían los minutos. Aunque deseaba pensar en cualquier cosa menos en los dolores que adquirí gracias a la siesta que tuve en un food court en la Terminal Tom Bradley en el aeropuerto de Los Ángeles, no dejaba de sentir un punzón en la parte baja de mi espalda y un enorme oso apoyado cómodamente sobre mis hombros, que me hacía sentir que algo me presionaba y me acercaba cada vez más al suelo. ¡Sé que han sentido eso! Lo más reconfortante era que conforme pasaban las horas estaba más cerca de mi nueva casa en la provincia de Guanxi, al sureste de China... ¡Asia! ¿Se supone que voy a vivir un año en Asia? Aún siento que estoy soñando...
Los aviones, las escalas en cuatro aeropuertos distintos, carruseles de maletas... interminables filas de maletas bailaban en la parrilla, daban vueltas y vueltas... ¿y qué si las mías no aparecían? Siempre he tenido fobia a la desaparición "sorpresiva" de equipaje y las crudas probabilidades de perder mi ropa favorita y a Fifirucho, mi oso de peluche, fiel compañero de mis noches... Para ser sincera, perderlo a él me asusta más que mis blusas multicolores y los zapatos plateados y rosados que tanto me gustan y combinan con cualquier lo que a mí se me ocurra.
En fin, realizamos cuatro escalas. Salimos del Juan Santamaría a las 6:33 de la mañana del 6 de setiembre. Dejar a mi familia atrás me provocó un nudo en mi estómago y cierto dejo de tristeza, pero antes de entrar a la sala de abordaje, los miré y vi en sus rostros un brillo que me decían "estamos orgullosos de vos". Suficiente.
Llegamos al Salvador, luego Los Ángeles. Tras ocho horas de reposo obligado frente al McDonalds del food court, subimos al avión más grande que vi en mi vida. No es que sepa de aviones, pero este de veras era grande. Vi tantas filas de asientos que no me alcanzó el escaso sentido de matemáticas que adquirí en el cole para contalas en segundos, pero eran muchas. Teníamos pantallitas individuales, unas 10 películas para ver, música de artistas famosos y no tan famosos, música china, japonesa, tailandesa... ¡uff, había tanta música! Aterrizamos y yo escuchaba Layla de Eric Clapton, sus guitarras son geniales. ¡Grande Eric!
La escala en Taipei fue muy rápida. Simplemente cambio de avión y ya estábamos aterrizando en Hong Kong. Lo más impresionante fue que la pista de aterrizaje está al lado de la costa, parecía que la pista no alcanzaría, que el avión se desbalancea, un estruendo como cuando se queibra una bolsa de huesos y un segundo después tenía que nadar ... Pero eso sólo pasó en mi imaginación...

A las 10:30 de la noche del lunes 8 de setiembre ya estaba instalada en el cuarto 710 del edificio de estudiantes internacionales. Un enorme banner a la entrada del edificio repetía en inglés: "Una calurosa bienvenida a Guanxi Normal Universiy"
Ya estábamos en nuestra nueva casa, pero de verdad que aún sentía ese vacío en el estómago y la presión en la cabeza de cuando levantás vuelo y estás sobre las nubes...